viernes, 8 de abril de 2011



Dicen que los que siempre se van son los buenos... 
las cosas buenas las que siempre se terminan antes, lo que nos hace felices lo que más pronto se marchita... 

Y lo jodido es que todavía no entiendo muy bien por qué... 
Sí, sólo son 18 años de vida... casi 19, pero deberían ser suficientes para poder desentrañar como funciona el orden del pequeño universo que nos rodea a cada uno. 

Alguien me dijo una vez que nunca perdiera la sonrisa, que la tenía "muy bonita"... pero con todo lo que sucede a nuestro alrededor, en esta esfera íntima, ínfima que me rodea a mí y a unos pocos ya no se que pensar... 

Sigo sin entender en qué preciso instante tu vida cambia, comienzas a girar en una espiral de apatía, rutina, en la que todo se vuelve turbio y a la vez tan efímero, tan intangible. 
Ese momento en el que las pequeñas cosas que antes te gustaban, a las que dabas tanta importancia dejan de tenerla, y la superficialidad invade tu camino. 

Hasta que un día vuelves a ver el mundo como "realmente" es y como realmente querías haberlo visto siempre.